Protagonizada de nueva cuenta por Robert Downey Jr., Gwyneth Paltrow y Don Cheadle, esta es la primer película de la trilogía dirigida por otro director: Shane Black, debido a que Jon Favreau decidió dejar la silla después de Iron Man 2, lo que en mi opinión permitió que el personaje evolucionara y le dio un nuevo toque a la franquicia que no había recibido tan buenas críticas en la entrega pasada pues cierto sector sentía que era una historia gastada.

Por todo lo anterior y con la responsabilidad de iniciar una nueva fase, Iron Man 3 tenía un gran reto enfrente y lo cumple: En ella vemos a un Tony Stark más vulnerable que nunca, deja de lado su actitud arrogante para mostrarnos a un ser humano asustado por los sucesos ocurridos en Nueva York, por lo que vio y a lo que se enfrentó, cosas que no imaginaba que existieran, pero sobre todo, para las que no estaba preparado y siente que nada es suficiente para lograrlo, por lo que pasa noches sin dormir trabajando en nuevas tecnologías.

Pero no solo tiene que luchar contra sus ataques de ansiedad, sino que además debe enfrentar los errores del pasado. Por momentos parece que estamos frente a un Stark quebrado, incapaz de confiar en sí mismo pues aparentemente las palabras que el Capitán América le dijo durante su enfrentamiento en Los Vengadores resuenan todo el tiempo en su mente: “Solo eres un hombre en una armadura, quitatelo y quien eres?”. Gran parte de la cinta Tony lucha por reencontrarse, pero al mismo tiempo tiene que enfrentarse a su pasado y arreglarlo.

Es así como nos presentan la adaptación cinematográfica de una de las mejores historias de Iron Man en los cómics, el arco de Extremis escrito por Warren Ellis, junto con el que debía representar al mayor enemigo del Hombre de Hierro: El Mandarín, pero es ahí donde la cinta falla y decepciona enormemente a un gran sector del público.

El director, mejor conocido por su trabajo como escritor, tuvo grandes éxitos con historias de acción como Arma Mortal, esto se hace evidente en el ritmo de la película, que a pesar de tener muchos cabos sueltos no se torna lenta o aburrida, sin embargo, Black decidió experimentar con el villano, un personaje que en los cómics está perfectamente bien desarrollado, con una ética e inteligencia implacables y a quien en la cinta despoja de gran parte de esas características convirtiéndolo primero en una mala caricatura de Bin Laden interpretado por Ben Kingsley y después en un personaje que si bien es un buen villano, tiene motivaciones totalmente diferentes debido a su origen. Black dijo que estos cambios se hicieron para evadir temas racistas, pero no convenció a nadie con eso.

Si bien en esta ocasión se le da un mayor peso a los personajes femeninos como Pepper Potts y Maya Hansen, y su participación permite guiños a los cómics como cuando Potts porta la armadura de Iron Man o que se respeta que Maya es la creadora de Extremis, también desde aquí Marvel nos estaba anunciando que no se atreverían a darle un rol demasiado importante a un personaje femenino, más que de soporte para el héroe al que acompaña (Sí, me estoy refiriendo a la falta de película para Black Widow y su rol de calmante ambulante para Hulk) con leves chispazos de “atrevimiento”.

La aparición del coronel Rhodes quien también participó en los eventos de Nueva York permite contrastar su reacción y estado emocional con la de Stark, pues parece inmutable, probablemente por su formación militar, a diferencia de Tony, que había sido un Junior que sólo había enfrentado amenazas menores.

Entre las escenas más memorables, no sólo de esta película sino de todo el MCU, está la aparición de las 40 armaduras de Iron Man y su derroche de tecnología que será factor detonante en la futura cinta de Capitán América: Civil War cumpliendo con la máxima de Stark cuando le dice a Potts: “Estás en una relación conmigo, nunca vas a estar bien”.

Tomando en cuenta que Marvel no deja nada al aire, es probable que uno de los personajes que apareció en Iron Man 3 y que es el que ayuda a Tony en su búsqueda sobre sí mismo y quien le recuerda que él no es la lata, ¡él hizo la lata!, nos sorprenda, sí, el niño interpretado por Ty Simpkins que ya fue anunciado para Infinity War.

Finalmente vemos como Stark se somete a cirugía para remover el Reactor Arc de su pecho y en la secuencia final escuchamos como Tony comprende que a pesar de que le quiten sus juguetes él siempre será Iron Man, y estamos de acuerdo.

La escena post-créditos parece simple, pero muestra el tipo de relación que mantienen Stark y Banner, ambos tipos duros y muy cerrados, establecen un lazo de amistad y confianza sólido que será determinante en en Infinity War.