La Chamba con las Chambeadoras Parte 2 – Entrevista a Mario Guevara

Entrevista Covacha

Tras el éxito del Chambeadoras Redraw Challenge ,y por el Mes Patrio, contactamos a algunos de los creadores de este mítico sensacional mexicano, tal es el caso de Mario Guevara, dibujante de los interiores de Las Chambeadoras que dio el salto al mercado estadounidense, donde ha trabajado para Solomon Kane y NEVSKY, entre otros.

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ENTREVISTA COVACHA

LUIS SOTO (LS): ¿Cómo llegaste a trabajar en Las Chambeadoras?
Mario Guevara (MG): En 1985 llegué de Guadalajara a la Ciudad de México buscando trabajo de dibujante de historieta. Vi un anuncio de que buscaban dibujantes para el Sensacional de Terror. Había muchísimo trabajo en aquel entonces, tanto que incluso buscaban dibujantes en las propias historietas.  

Yo apenas estaba empezando y no era un gran dibujante. Pero en el Estudio Martínez, de Manuel Martínez Navarrete, me admitieron como ayudante. Dos años después tuve mi primer historieta, un sensacional de luchas, y después el primer número 1 de “Así soy ¿y qué?”.

Años después, en (Editorial) Ejea empezamos a dibujar “Los maistros y las chambeadoras”, que era muy parecido. Y ya cuando Jaime y Germán Flores formaron (la editorial) Mango/Toukan tomaron ese concepto y crearon “Las Chambeadoras”. No recuerdo si empecé en el número 1 o 4, pero estuve como dibujante regular la mayor parte de su publicación.

Hice alrededor de doscientas “Chambeadoras”. También hice la última.

LS: ¿Cómo era trabajar para Chambeadoras? ¿Cuál era el proceso de trabajo y el ambiente laboral?
MG: Debido al tiempo de entrega (semanal) se dividía el trabajo. Trazo uno, tinta otro y color al final. Cada quien lo hacía en su casa por lo que no teníamos mucha interacción. Convivíamos sólo cuando íbamos a cobrar. Las Chambeadoras era una historieta muy popular. De eso se hicieron las editoriales. De productos populares e incluso cochambrosos.

Independientemente del tema, que era vulgar y corriente (lo cual, por cierto, no tiene nada de malo), siempre nos exigieron calidad. Querían que fuera uniforme, que se contara bien la historia y que se viera bonito.

El escritor escribía un argumento, el “letrerista” hacia los cuadros y las palabras. Nos daban esas guías y a mi sobre eso me tocaba trazarlo. Eso era mi trabajo.   

Yo entregaba una historieta de 80-60 páginas a la semana, entre 3 y 4 al mes. En aquel momento, entregaba los originales a lápices (que por cierto, no nos regresaban) y ya sobre eso los demás se podían trabajar.

Manuel Martínez (hijo) fue el que más me entintó el trazo, con pincel y plumilla lograba que mi trazo tuviera más belleza y se viera mucho más parejo.

LS: ¿Qué te parecía dibujar en los sensacionales?
MG: Pues nunca lo pensé, era un oficio como cualquier otro supongo. Nosotros éramos anónimos y no nos importaba, pues recibíamos un muy buen sueldo.

Dependiendo de cuál fuera el sensacional, me gustaba más o menos. Por ejemplo, la acción (lucha, policíaco) o graciosos, me gustaban mucho. Nunca fui bueno en los sentimentales.

Eran populares porque era lo que había, antes era más difícil encontrar este tipo de materiales. No era tan fácil encontrar material de entretenimiento erótico o pornográfico.

Hay muchos que la critican, pero la compraban.  Dentro de esas páginas queramos o no, está nuestra idiosincrasia y eso incluye pensar en sexo también. Lo cual es algo muy natural en todos nosotros.

LS: ¿Recuerdas alguna historia que en particular te haya gustado dibujar?  
MG: La vaquita. Trataba de dos niñas gemelas, una fue amamantada por su mamá y la otra no, debido a esto a una le crecieron muy grande y muy rápido los pechos, lo cual le atraía situaciones chuscas. Y esta clase de circunstancias me daba mucha risa.

LS; Veo una revalorización del trabajo que los artistas realizaron en esas historietas con este challenge ¿piensas que ese trabajo está siendo revalorado?
MG: Yo lo único que he notado es que las personas se basan mucho en la moda. Y pienso que en este momento hay algo de novedad en estos materiales. Y no requiere de tener una opinión. Ni buena ni mala.

Creo que puede haber una revaloración debido a que no se importaban en su momento, así que si ahora quieres conseguir alguna en específico es muy difícil de conseguir.

LS: ¿Qué piensas sobre el estilo de dibujo que se tenía en los sensacionales de aquella época? ¿Los editores les daban alguna línea o tenían la misma influencia entre artistas?
MG: La línea ya estaba establecida desde hacía mucho. Pero cada quien aportaba su estilo y le ponía algo de su cosecha. Por ejemplo, yo fui el primero en ponerles pezones para que se notaran debajo de la blusa, pues me parecía lo más normal. Yo tenía menos de 20 años y era rebelde, me eché a varios encima.

Pero poco a poco, incluso otros como (Rafael) Gallur lo fueron haciendo. Y como él lo hacía de una manera muy fina, ya no me dijeron nada.

Yo quería hacer escenas explícitas, más llegadas al porno, pero con buen gusto, con estilo. Con perspectiva artística. Para cuando empezaron a hacer escenas más explícitas ya era demasiado tarde y con historias muy mediocres, sólo con las ganas de sacar y exhibir pornografía.

A mí me habría gustado tener y dibujar historias más profundas con el sexo/erotismo como trasfondo, no como fin último.   

LS: ¿Qué piensas sobre el Challenge que se convocó y la forma en la que parte de tu trabajo está siendo homenajeado por nuevos artistas?
MG: Pues que no tienen que hacer jajaja. Chamba es chamba. Siempre que haya posibilidad de ganar dinero, no es algo especial. Como dije, creo que esto es más una moda un poco atraída por la dificultad de encontrar las historietas originales hoy en día.  

LS: ¿Cuáles son las diferencias de trabajar para Dark Horse o en Chambeadoras?
MG: Al final de cuentas, el flujo de trabajo es muy similar.

Todos los dibujantes tenemos la capacidad de trabajar en otros temas u otras capacidades. Si tenemos más tiempo y dinero, podemos entregar claramente un mejor trabajo.

Normalmente entregábamos 80 páginas por semana, a lápiz, ya después bajaron a 60. Pero el tiempo, el trato y la paga que te den influyen mucho en tu trabajo final. 

Los gringos lo saben y te tratan bastante mejor, aunque también son más estrictos. De hecho, ellos respetan mucho el trabajo editorial que se hizo en México. Saben que no importa de dónde seas, una vez que has tenido trabajo en una editorial, ya sabes cosas como entregar a tiempo o ser uniforme con las páginas. Y esas son cosas que hacen profesional a un artista.

En los argumentos o guiones, no hay gran diferencia. Incluso en cómo contar las historias no se distingue mucho. Mientras plasmen lo que sienten, esa es la diferencia entre un buen argumentista y uno malo.

Y hacer cosas por cumplir no es suficiente para hacer un buen trabajo. Sea donde sea.

A pesar de hacer las cosas rápido, a muchas de las historietas se les ponía más cuidado de lo que la mayoría cree.

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LS: ¿Algún comentario final que quieras hacer sobre Las Chambeadoras?
MG: Al inicio de los 90 compré mi primera casa en Morelia. Costaba alrededor de medio millón de pesos. Nos iba muy bien trabajando en la historieta.

La chamba de Estados Unidos, generalmente nada más es para agarrar fama, porque en México significan mucho las apariencias, pero en cuestión de dinero, trabajar en producto nacional en aquellas épocas era mejor que trabajar para Estados Unidos.

Con este trabajo mantuve y eduqué a mi familia, aún sin tener la secundaria, no nos faltó nada. Y por eso me siento muy orgulloso de haber trabajado con “Las Chambeadoras”.


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Y si quieres ver un poco más de su trabajo en Los Sensacionales, ENTRA AQUÍ para ver algunas de sus historietas completas.