El 17 de noviembre de 1992 apareció en tiendas de cómics Superman (vol. 2) #75, conclusión del histórico arco argumental The Death of Superman, donde el Hombre de Acero muere a manos de Doomsday.
EL ANIVERSARIO DE PLATA
Dos semanas antes de cumplirse 25 años de su publicación, La Mole Comic Con celebró su aniversario con la visita de cinco de los creativos responsables de la historia: Mike Carlin (editor de los títulos de Superman), Dan Jurgens (escritor y dibujante), John Bogdanove (dibujante), Brett Breeding y Doug Hazlewood (entintadores).
La respuesta de los asistentes fue impresionante. Las filas para obtener una firma de ellos, en especial de Jurgens o Bogdanove, era larga y constante. La conferencia que dieron en conjunto fue la más concurrida del programa, en lo que a cómics se refiere, y era común escuchar historias y anécdotas de los fans detallando por qué se trata de una historia tan importante para ellos. Y todo eso es algo que puedo entender pero que no comparto en modo alguno.
Hace años regalé mis copias de estos cómics junto con todo lo que tenía de sus secuelas porque me parecía que no era una buena historia y probablemente jamás la releería. Incluso me avergonzaba un poco de tenerla como parte de mi colección, pues evidenciaba que fui parte del hype que generó en su momento. La respuesta de los fans a cada nueva visita de alguno de sus autores me sorprendía, y ante el inminente aniversario comencé a preguntarme si no habría pecado de soberbia al juzgarla. Necesitaba salir de la duda, así que decidí releerla.
Y no, no estaba equivocado. Realmente es una mala historia.

LOS ERRORES DE LA MUERTE
La saga entera apesta a improvisación pese a las evidencias de que Mike Carlin y su equipo creativo trabajaron en ella con meses de anticipación. Pero la historia no funciona, sobre todo porque no está bien contada. El truco de reducir la cantidad de viñetas de cada número al siguiente para generar la sensación de que el ritmo se acelera hasta volverse vertiginoso no es mala, pero está mal ejecutada, y la larguísima secuencia de la pelea final carece de toda la emoción que debiera rezumar. Lo que debió ser un final emotivo se siente frío y sin corazón, aunque sé que mucha gente piensa lo contrario.
A mi parecer Jurgens era el menos dotado de los narradores (tanto escritores como artistas) en el ‘Team Superman’, como se conocía al grupo bajo las órdenes de Carlin a inicios de los 90, y fue en sus manos que quedó la responsabilidad de contar el final de la saga. No es fácil narrar una historia en imágenes individuales y Superman 75 sufre por las limitaciones de Jurgens. Lo peor de todo es que ni siquiera hay una viñeta que sea icónica o memorable, más allá de la triple página final, que lo es por lo que muestra y no por la forma en que fue ejecutada.
Pero el problema viene de más atrás. La “estela de destrucción” que Doomsday deja a su paso se siente apresurada y vacía (por no mencionar las convenientes casualidades que lo llevan a Metrópolis justo en la época en que Superman vive ahí). Lo peor de todo es que nunca hacen nada para establecer la clase de amenaza que representa. Sus únicas víctimas mortales son un ave y un ciervo, y parece un poco tonto que una criatura que no logra matar a Booster Gold y Blue Beetle sea quien ponga fin a la vida del Hombre de Acero.

REALIDAD CONTRA SENTIMIENTOS
Entiendo que es un cómic con un valor especial para quienes tuvieron en él su primer acercamiento a la narrativa secuencial o para quienes tienen recuerdos personales ligados a esta historia. Comprendo que le den algún valor más allá de su contenido, y es importante dejar en claro que su valor sentimental o personal nada tienen que ver con la calidad de la historia contada en sus páginas.
A fin de cuentas La Muerte de Superman fue un suceso mediático que trascendió los cómics y tuvo un impacto en la cultura pop, pero esa importancia, o las repercusiones que tuvo para la industria del cómic (negativas en su gran mayoría) no alteran la calidad de la historia presentada.
Y es que, a final de cuentas, La Muerte de Superman es un evento memorable, aún si como historia resulta completamente olvidable.