La corrección política está destruyendo a Marvel. Cual Sísifo subiendo una piedra eternamente, los lloriqueos de la minoría gritona de fans son la carga que todo ñoño debe aguantar. La piedra de esta época es la idea de que los superhéroes no deben tratar temas de justicia social, igualdad de género o diversidad.
LOS BUENOS VIEJOS TIEMPOS
Si has pasado más de 10 años en este hobby y prestas atención más allá de los titulares sabrás que “ñoños lloriqueando porque sus cómics ya no son lo que eran” ni siquiera es noticia. La industria, como cualquier otra, cambia constantemente y muta de acuerdo a las épocas, y con todo cambio siempre se produce un grupo de chillones que en vez de simplemente decir “bueno, esto ya no es para mí, a lo que sigue”, se quedan pataleando y clamando al cielo por “los buenos viejos tiempos”.
Cuenta gente más vieja que yo que en los ’90, cuando DC estaba cambiando a toda su plantilla de personajes clásicos por “héroes legado”, muchas -ejem- llamémosle “personas con ansiedad económica”, veían dichos cambios como un ataque al “héroe americano”. Para ellos cambiar a un rubio barba cuadrada, piloto aviador mujeriego como Hal Jordan por un liberal artista-pintor, mexican-irlandés como Kyle Ryner sólo era muestra de cierta “agenda liberal”.

Una década después hubo un rasgadero de vestiduras porque “pervertidos” como Mark Millar re-inventaban a los héroes clásicos en degenerados caníbales asesinos. En serio, tal vez son muy jóvenes para recordarlo (o tal vez no prestaban atención) pero no podías navegar por un foro sin encontrarte a alguien chillando porque guionistas “nuevos” como Mark Millar “se orinaban” en personajes con décadas de historia.
Así que no, el club #MakeMineMarvel no está descubriendo ninguna conspiración de editores para “hacerlos tragar su ideología”. Este tipo de lloriqueos (Todos somos fans) es el pan con mantequilla del género y, realmente, de toda disciplina artística.
Si eres de los que cree que existen obras “apolíticas” libres de todo comentario sociocultural o postura respecto a ningún tema, bueno, tal vez te interese comprar un unicornio que tengo en Campoche, contacta conmigo, te lo dejo barato.
Sin embargo, y a pesar que creo sinceramente que este grupito #Hágame-Mía-Maravilla es nefasto y se debería emprezar a dejar de lado, también es verdad que no están del todo equivocados… los “superhéroes no tienen nada qué hacer hablando de progreso social”.
No me mal interpreten, aplaudo cualquier intento de usar la nueva mitología que representan los superhéroes como forma de contar historias inspiradoras que nos hablen de cómo ser mejores personas. Si la gente de Marvel-Netflix no se hubiera atrevido a hacer algo tan anti-natural como tratar a Punisher desde una perspectiva más “liberal”, no nos habrían dado lo mejor de la segunda temporada de Daredevil.
Pero si algo he tenido que admitir con el paso de los años es lo conservador que es el género de superhéroes. Si entendemos esto, entenderemos por qué cada que una de las dos editoriales grandes nos presenta un cambio en SU status quo se siente como un gargazaso en la cara.
¿Y saben quién siempre lo ha sabido? ¿Saben quién siempre ha estado ahí para decirnos que el rey va desnudo? Nuestro amigo Mark Millar.

LOS SUPERHÉROES SEGÚN MARK MILLAR
Mark Millar es una figura divisoria. Lo amas o lo odias. No hay puntos medios. Y con justa razón, él se encarga constantemente de plantarse firmemente en algún lado del discurso político. Aunque sea el lado “jajaja todos son unos idiotas”.
Pero si checamos sus obras, especialmente sus trabajos con el género de héroes en pijama, podemos ver que Millar siempre trata a los superhéroes desde el ángulo de su conflictivo debate moral: Son por definición un agente de cambio, quieren un mundo mejor, pero por diseño son protectores del status quo, al final del día todo debe regresar a la normalidad.
Toda la carrera de Mark Millar, especialmente Red Son, The Authority, The Ultimates y Wanted, trata sobre cómo cambiarían al mundo, o por qué al final del día sus mundos NO CAMBIAN a pesar de que lo lógico sería que sí.
En The Authority, Millar toma la batuta de Warren Ellis sobre un grupo de superhumanos que deciden ensuciarse las manos para salvar a la humanidad. En la historia de Millar estos personajes dan el siguiente paso y pretenden hacer un mundo DIGNO de ser salvado. En palabras de varios de sus personajes: ¿Qué caso tiene salvar el mundo de amenazas cósmicas si dejan que dictadores cometan genocidio?
En Superman: Red Son, Millar nos muestra un mundo en el que Superman intenta salvarnos a todos, incluso de nosotros mismos.
En Wanted nos narra cómo el mundo es triste y gris porque un día los supervillanos decidieron matar a los superhéroes y gobernar el mundo en las sombras, sin grandes batallas épicas ni despliegues de ingenio malvado… simple y mediocre corrupción política.
Y en The Ultimates, el escocés nos muestra a un grupo de superhéroes que trabaja con el status quo gubernamental.

Las obras de Mark Millar tienen la fama bien ganada de ser cínicas. Pero a diferencia de lo que muchos de sus detractores opinan, él no desprecia a los superhéroes ni busca simplemente burlarse de ellos. A diferencia de, por ejemplo Garth Ennis, Millar AMA al género, y si prestan atención detrás de todo su cinismo está el corazón roto de un niño que sabe que los superhéroes nunca harán un mundo mejor, no pueden, no fueron creados para eso.
Kurt Busiek, en su introducción a Astro City, dice que no le gusta que cataloguen a su cómic como “realista”, porque un mundo realista con superhéroes sería uno completamente diferente al nuestro y, por lo tanto, una historia de superhéroes realista sería de ciencia ficción en la que se explore el impacto que los superhumanos tienen en nuestra sociedad… y las historias de superhéroes no tratan de eso. En el fondo, la carrera de Mark Millar se ha dedicado a mostrarnos tristemente este hecho.
En The Authority todo el mundo se pone histérico apenas el equipo empieza a invadir dictaduras no supervillanescas. Constantemente les recuerdan que “los superhéroes no hacen eso”. Los superhéroes están para golpear al Guasón, no para disminuir la pobreza en Gotham.
En Red Son, Superman, al que seguimos como POV toda la historia y jamás deja de ser un héroe ni tener las mejores intenciones, a los ojos del pueblo termina como un dictador mundial, simple y sencillamente porque Superman no puede “salvarnos” de nosotros mismos, no puede obligarnos a ser buenos, a no matarnos entre nosotros, a no causar guerras por codicia o hambruna por corrupción, sin que sintamos que su actuar es dictatorial.
En Wanted los héroes pierden porque los supervillanos deciden romper las reglas y abrazar el status quo… y nadie lo nota. Nadie nota que el mundo “está mal” porque gobiernos corruptos y elites jodiendo a los más necesitados son el pan de cada día. Un mundo sin superhéroes… es nuestro mundo.
Y en The Ultimates nos muestra cómo el mejor de los ideales puede ser parte del engranaje de la maquinaria del sistema. De nada sirve que Thor, Cap y Iron Man sean idealistas, si ninguno tiene la claridad de ver que están trabajando dentro del sistema, no cambiándolo.
Sí, incluso Thor, cuya fama se da gracias a que el sistema se alimenta de vender al “rebelde” en los noticieros de la noche. Por eso, al final del volumen dos, el Capitán America le dice a Nick Fury “no podemos salvar el mundo si trabajamos para ti”.

LA DIFERENCIA
Pero claro, si han leído las obras de Alex Ross (escritas por otros guionistas) o Kurk Busiek se están preguntando: “oye, pero eso lo han hecho Ross y Busiek sin pitorrearse de los superhéroes”. Sí, y ahí radica el problema y la razón por la que para mí Mark Millar lo hizo mejor. Él sabe que los superhéroes como concepto son contrareformistas, paragones del status quo… y sabe que ESO está mal.
Busiek y Ross constantemente escriben historias que nos dicen que Superman no podría ir a África a derrumbar gobiernos porque blablablá, y qué bonito es, que nada más se quede salvando gatitos, mientras que Millar nos dice: “Superman no podría salvarnos… y eso es lo más triste de la historia”.
Hace un año releí The Ultimates y hace unos meses releí de The Authority, ya alejado del marco mental que hace 10 años me hacía amar esas historias. Y como toda buena obra de arte, encontré que las sigo amando, pero ya no por las mismas razones.
En los dos volúmenes de The Ultimate, si puedes hacer a un lado la pose adolescente de “mira qué cool soy por pintar a un Hulk caníbal”, podrás ver a un Mark Millar mostrándonos su amor por el género, pero sin negar su visión crítica hacia él. Son una bonita fantasía cuya moral es activamente pro-status quo. Son la idea de un mundo mejor con el añadido “pero no cambies nada del mundo actual”.
Los superhéroes son para decirnos que todo está bien, que el status quo es el correcto, sólo deben salir a golpear gente y asegurarnos que nada va a cambiar. Y hay muchos que, lo admitan o no, gustan de eso. No quieren ver historias que les recuerden que el mundo no está bien y hay que cambiarlo.
Pero así como Mark Millar hizo lo correcto hace 10 años al mostrarnos que “nadie quiere ver a los superhéroes cambiando el mundo” como varios personajes le recuerdan constantemente a los miembros de The Authority, hoy está bien tener guionistas forzando el género a mostrar héroes que quieren cambiar el mundo con un claro discurso progresista.
Tal vez es como la priedra de Sisífo, destinada a caer y regresar al status quo. Le pasó a DC, vean como en los últimos 10 años han hecho a un lado toda la diversidad que tanto se esforzaron en traer a la mesa. Le pasará a esta “Milkshake Marvel“. Ese es el conflicto real de los superhéroes. Cambiar para no cambiar nada. Darnos sólo la ilusión de cambio.
Y Mark Millar ya nos lo había dicho.
