Yo fui un monstruo adolescente | La normalidad de lo anormal
Todos conocemos a la extravagante familia Addams: Homero, Morticia, Merlina, Pericles y el tío Lucas han formado parte del imaginario colectivo durante más de 70 años, y desde su creación en 1938 han sido adaptados a series de televisión (de acción real y animadas), películas, video juegos e incluso un musical. Mucho se sabe sobre la familia que re-definió el término “gótico americano” pero muy poco sobre su creador, el caricaturista Charles Addams.

La mente de Addams se aventuraba a donde pocos dibujantes se atrevían. Era oscura y brillante, y tenía esa cualidad macabra más no espeluznante que hacía de sus viñetas una delicia para el lector. En algún momento su popularidad llegó a ser tal, que le comentó al también caricaturista James Thurber, “He recibido muchas cartas acerca de mi trabajo, la mayoría de ellas son de criminales y sub-humanos que quieren venderme ideas. Las peores vienen de un ministro en Georgia.” De igual manera muchos de los grandes nombres de Hollywood, desde Cary Grant hasta Alfred Hitchcock, querían conocer a este hombre que se hacía llamar “un monstruo desencajado”. El amo del suspenso, por ejemplo, se presentó sin invitación en la casa de Addams, en Nueva York, solamente para conocerlo en persona.
Addams era amigo cercano de Ray Bradbury, a quién había ilustrado la historia Homecoming para la revista Mademoiselle, y habían planeado hacer un libro juntos basados en los personajes que aparecen ahí, The Elliots, una familia de monstruos. El concepto era muy similar a la Familia Addams (quienes ya tenían varios años de haber sido establecidos en el New Yorker).
El talento para lo macabro y ese humor tan fino que lo caracterizaban, le dio fama alrededor del mundo e hizo que varias miradas se fijaran en él. En 1964 la cadena ABC produjo una serie de acción viva basada en la familia Addams, la cual duró dos temporadas, y durante el tiempo que estuvo al aire, William Shawn (editor de The New Yorker) se negó a publicar cualquier viñeta de la familia Addams, pero no otros trabajos de Charles, puntualizando que su revista era para un público selecto y que no la quería asociada a personajes que podían ser vistos en la televisión por cualquiera.
Charles Addams siguió trabajando y produciendo caricaturas hasta el comienzo de los 80. Para entonces contaba ya con 12 recopilatorios de su trabajo, y había expuesto su obra en lugares como el museo metropolitano de arte de Nueva York, el Fogg Art Museum y la escuela de diseño de Rhode Island. Entre los múltiples reconocimientos que obtuvo están el premio de humor de Yale, y un doctorado honoris causa de la universidad de Pennsylvania.
Addams murió en septiembre de 1988 de un ataque cardíaco mientras abordaba su auto justo afuera del edificio en que vivía. Su esposa Marilyn comentó al respecto que “Siempre estuvo loco por los autos, así que fue una linda manera de irse”. El legado de Addams sigue vivo hasta nuestros días gracias a las múltiples reimpresiones de su trabajo, a nuevas adaptaciones de el mismo, y al constante recordatorio en su obra de que la normalidad es relativa.