Si formas parte del fandom que disfrutó la película y considera la entrega de Rian Johnson una pieza formidable de la saga –o si eres de los que la considera una aberración, pero que secretamente compraron el Blu-Ray o DVD porque su colección no puede estar incompleta–, seguramente ya viste la cinta varias veces, devoraste todo el contenido adicional y hasta te la recetaste nuevamente con los comentarios del director. Y, ¿ahora qué?, te preguntarás.
Si la espera para el Episodio IX te resulta insoportable y quieres explorar aún más los eventos en Episodio VIII, no te preocupes, la fuerza está de nuestro lado gracias a las letras del escritor Jason Fry, quien nos demuestra que la galaxia está repleta de misterios por descubrir y que hay mucho más qué aprender acerca de los personajes y mundos que vimos en pantalla.
En su novela Los Últimos Jedi (Edición Expandida), Jason Fry nos lleva de la mano por los mismos sucesos que ocurren en la cinta pero a través de una narrativa más íntima, que nos permite adentrarnos en las numerosas mentes involucradas en la trama, resolviendo así varias interrogantes que, hasta este momento, habían sido terreno fértil para toda clase de interpretaciones discordantes.
No es para menos. El Episodio VIII resultó una de las entregas de la saga más polémicas entre el fandom. Las decisiones creativas de Rian Johnson han sido tan aclamadas por unos como reprochadas por otros, especialmente en lo que refiere al desarrollo de los personajes, y principalmente en lo que atañe a Luke Skywalker (quien, no está de más recordar, ya había sido perfilado como un ermitaño exiliado por J.J. Abrahams).
El fuego ha sido nutrido por el actor Mark Hamill quien se ha expresado abiertamente en contra del exilio y la muerte del personaje que lo volvió un ícono de la cultura popular desde hace cuatro décadas. (Por cierto, podemos encontrar algunos de sus comentarios al respecto en el material adicional del Blu-Ray de Los Últimos Jedi).
Pero lo que el otro lado del fandom –el cual incluye, por supuesto, a Rian Johnson y a Jason Fry– ha argumentado es que tales decisiones son congruentes con el Luke que conocimos en A New Hope; un soñador que mira hacia el horizonte en busca de su lugar en la galaxia y que, de no ser por el desencadenamiento de sucesos extraordinarios que lo orillaron a iniciar su propio viaje del héroe, probablemente habría tenido un destino muy distinto.

Disyuntiva galáctica: dos soles, distintos destinos
Jason Fry aborda la novela a partir de esta premisa, ofreciéndonos los pensamientos de Luke, previos a la llegada de Rey a Ahch-To (hasta ahí lo dejamos, para no hacer spóiler), los cuales sirven para recordarnos sutilmente que mientras Leia lideraba en secreto una rebelión contra el Imperio, Luke hacía berrinche porque quería ir a la estación de Tosche por convertidores de energía. Mientras la rebelión y el imperio decidían que la única manera de resolver el conflicto era a través de una guerra sin tregua, Luke aventaba su sable láser por los aires, decidido a que la mejor manera de ganar la guerra era redimiendo a su padre.
Es precisamente esto lo que hace de Luke uno de los personajes más entrañables de Star Wars: un corazón de oro en combinación con una mente capaz de concebir soluciones enfocadas en una perspectiva más amplia, en lugar de remedios obvios que solamente servirían para polarizar aún más a la galaxia.

La Fuerza acompaña a Jason Fry
Algo muy placentero de la narrativa de Fry, es que transmite estos conceptos sin la necesidad de decírnoslo de forma literal, ni aleccionarnos en el proceso. El autor hace buen uso de los diálogos, sin duda, pero es su maestría en la metáfora y la alegoría lo que en verdad aporta algo apetecible más allá del filme.
La Fuerza es protagonista de la historia; se manifiesta en los pensamientos y emociones de los personajes de manera única. Su esencia se vive a través de distintas mentes y corazones, demostrándonos que no se trata de una energía binaria, sino que es compleja y que, en varias ocasiones, sobrepasa el entendimiento de los personajes. (Algo así como lo que nos sucede a los fans de Star Wars, que raramente nos ponemos de acuerdo).
Millenials y Generación X, ¿a bordo?
No, no me refiero a los lectores y fans de la saga, sino a las filas que conforman la poderosísima Primera Orden.
La película nos muestra un General Hux liderando a varios Capitanes considerablemente mayores que él, y si prestamos suficiente atención a sus interacciones, resultan curiosas las miradas hastiadas que el Capitán Peavy le dirige a su joven General a lo largo de la película, así como de la visible irritación del Capitán Canady ante los mandatos de ese muchachito pelirrojo.
Si bien estos detalles aportan comicidad a la película, Jason Fry lleva la situación a otro nivel y nos ofrece varios pasajes narrados desde la perspectiva de estos Capitanes que alguna vez sirvieron al Imperio (¡oh, aquellos días!) y que ahora se ven obligados a trabajar con esta generación de chavitos berrinchudos que no entienden de estrategia, que viven obsesionados con la tecnología post-imperial y que, en lugar de tomarse un café americano digno del lado oscuro, prefieren su té Chai grande latte descafeinado con un shot de vainilla. (¿Un shot de vainilla? ¿Acaso acabo de describir la bebida favorita de Kylo Ren? *Guiño, guiño).
Los textos sagrados
Así pasará a la historia la novela de Jason Fry para los Reylos (fans de la relación romántica entre Rey y Kylo) y para los Stormpilots (lo mismo, pero con Poe y Finn), quienes han (está bien, hemos) conseguido en sus palabras suficiente leña para mantenernos calientitos durante los dos largos años de espera para el Episodio IX.
Definitivamente, se trata de un libro no recomendable para los Antis (acérrimos opositores de dichas relaciones. Los miembros más activos del fenómeno Anti-Reylo consideran que un romance con el abusivo y golpeador Kylo es mal ejemplo para las mujeres del mundo, quienes aparentemente carecen del criterio para distinguir la ficción de la realidad. En el caso de los Anti-Stormpilots, destacan miembros del hetero-patriarcado, quienes consideran que una relación gay en Star Wars destruirá la base misma de la sociedad).
Afortunadamente para los Reylos, Jason Fry se esmeró en elaborar un compendio de adjetivos interesantísimos para describir las conexiones entre Rey y Kylo vía el –popularmente llamado– Force Skype. Adjetivos que ponen fin a las supuestas ambivalencias de las escenas más controversiales de este par en la película. Me refiero a escenas tales como la de los pantalones de talle alto, la cual, con solo ver la película, podríamos resumir en la pregunta, “¿no te puedes poner algo encima de tu formidable y distractor eight-pack?”. O la fabulosa escena de la cabaña, que bien podríamos titular como, “Lloramos juntos en éxtasis cuando nuestras manos desnudas se tocan”.
Si han sido asediados por los Antis porque dichas escenas supuestamente no son concluyentes, no se preocupen, compañeros Reylos, hay suficiente material en la novela como para que se lo aprendan de memoria y lo usen en toda ocasión y evento. Si todo falla, pueden optar simplemente por aventarle el libro en la cabeza a los Antis. (Lo digo en sentido figurado, Antis, no se me alboroten).
Por otro lado, también hay contenido valioso para los Stormpilots, y es que resulta curioso que el mejor piloto de la Resistencia encuentre tiempo, entre sus muchas prioridades, para las manualidades. ¿No saben de lo que hablo? Les espera una bonita sorpresa en el libro de Jason Fry.
Lo divertido de la novela es que la interacción de Finn con los demás personajes sí es lo suficientemente ambigua como para dar pie a especulaciones y no dejar de lado a quienes desean verlo emparejado con Rose o con Rey en el Episodio IX. Tuvimos que esperar dos años para ver a Finn entregándose completamente a la causa de la Resistencia, y ahora tendremos que esperar dos años para verlo entregar su corazón (rompiendo otros, en el proceso).

Una galaxia, muchas perspectivas
Uno de los grandes aciertos de esta novela es que aborda las perspectivas de muchos personajes, y no solamente de los protagonistas. Entre sus páginas, nos enteramos del descontento de los mencionados capitanes de la Primera Orden, pero también acompañamos a BB-8 en sus aventuras, vemos cómo hace malabares para hacer funcionar lo que parece irreparable y cómo trata de convencer al Halcón Milenario de hacer lo imposible. Conocemos los últimos pensamientos del Almirante Ackbar, así como la última conversación que entabla Paige con su hermana, antes de que la guerra cobre sus vidas y se nos destroce el corazón sin remedio.
Descubrimos qué piensa Maz Kanata acerca de los personajes que conoció en El Despertar de la Fuerza y nos adentramos en la angustia, pero también la nobleza, de C-3PO, quien solamente trata de hacer lo mejor que puede a pesar de resultar desesperante a veces –o la mayoría del tiempo. Nos encontramos con que la nueva afición de Chewie por los porgs resulta tan desconcertante a los demás como a los fans de Star Wars, y echamos un vistazo a lo que representa la isla para sus antiguas cuidadoras.
Es gracias a esta narrativa multifacética que la acción verdaderamente cobra vida, manteniéndonos pegados al libro y cambiando de página vorazmente. Desde el silencioso luto y la fuerza extraordinaria de Leia, pasando por los recuerdos de un Imperio perdido en la mente de Snoke, hasta los planes de derrocamiento por parte de Hux, Los Últimos Jedi es una lectura obligada para los fans más insaciables.
Las fallas técnicas
Ni modo, hay que reconocerlo, por muy buena que sea la novela de Jason Fry, no está exenta de errores. El más significativo es el manejo de los lapsos en los que ocurre la acción. El autor no explica cómo es que la persecución de las naves de la Primera Orden hacia el Raddus de la Resistencia dura horas mientras que en Ahch-To pasan varios días desde la llegada de Rey. Si en la película ya resultaba improbable, en el libro queda aún más claro que los sucesos tienen una disparidad temporal.
Podemos argumentar que, vaya, ¡El tiempo es relativo! Pero tanto la novela como el filme establecen que la primera conexión entre Rey y Kylo tiene lugar después de que ya ha comenzado la persecución, y mientras la Resistencia afirma que solo cuentan con unas cuántas horas de combustible, para Rey transcurre casi un día completo a partir de ese momento; cuando ve a Kylo por primera vez, está amaneciendo en Ahch-To, y cuando se va de la isla ya es de madrugada.
De hecho, cuando Yoda aparece ante Luke en la película, podemos ver una línea anaranjada asomarse sobre el horizonte, señalando un inminente amanecer. Y es aquí cuando el lapso de la acción se vuelve más desconcertante, ya que desde que Rey llega a la nave de Snoke hasta que Luke se proyecta a través de la fuerza hacia Crait, no debería transcurrir mucho tiempo. Podría parecernos lo contrario, pero se trata meramente de un fenómeno de percepción efecto de la narrativa, la cual nos muestra varios eventos simultáneos.
Sin embargo, vemos que Luke se hace uno con la Fuerza al atardecer en Ahch-To. La película podría salirse con la suya, ya que el juego entre la luz solar y las nubes hace que el momento del día resulte ambiguo, pero la novela sí afirma que los soles se están poniendo, dejándonos con las preguntas: ¿cómo es que transcurrieron tantas horas en Ahch-To? Y, ¿a qué se dedicó Luke durante todas esas horas?
Esta disparidad de tiempo resulta además algo innecesaria, ya que el hecho de que Luke se hiciera uno con la Fuerza al amanecer hubiera sido un hermoso detalle. Recordemos que su arco comenzó en A New Hope, con él observando el ocaso en Tatooine, cuando una oscuridad metafórica envolvía su vida tal como la conocía; por lo que finalizarlo al alba, justo en el pináculo de su verdadera iluminación, habría cerrado el ciclo de manera aún más poética.
Volviendo al tema de la disparidad de tiempo, los días en Ahch-To podrían ser muy cortos en relación con las horas estándar de navegación en la galaxia, pero esto nunca es aclarado, ni por la película ni por la novela. Quizá, se trata de un análisis demasiado minucioso, y lo cierto es que dichas fallas en ningún momento demeritan la emotividad, dinamismo y grandiosidad del texto de Fry.
En conclusión
Los Últimos Jedi de Jason Fry no es una lectura perfecta pero sí muy recomendable y, sin duda, una pieza literaria que ofrece deleite a prácticamente todo tipo de fans: los que disfrutan de los aspectos tácticos de esta guerra intergaláctica, los que buscan conocer más a sus personajes, los amantes de la ópera espacial, y todos aquellos con el corazón puesto en una galaxia muy, muy lejana.
