La Lengua del Cuervo

Mi primer contacto con “El Cuervo” de Edgar Allan Poe fue gracias a algún especial de Halloween, no recuerdo si fue en los Tiny Toons o en Los Simpsons. O quizá en algún otro que ya no recuerdo. Pero fue a través de una versión traducida del poema, y justo de eso quiero hablarles, de la importancia de la traducción en la era digital.

NUNCA MÁS

The Raven es el poema más famoso de Edgar Allan Poe y, fácilmente, es uno de los que tienen más representaciones en la mass media americana. Especialmente en los famosos especiales del Día de Brujas que las producciones televisivas suelen hacer con regularidad.

Durante muchos años mi opinión sobre el poema no era muy diferente a la de Bart Simpson en esa primera “Casita del Árbol del Horror”, simplemente no entendía por qué se le consideraba un poema de terror, no había nada en el texto que lo hiciera tal. Sí, sí, un par de líneas sobre noches plutónicas y aves demoniacas, pero nada más.

Todo eso cambió la primera vez que leí el poema en su lengua original. Irónicamente me lo encontré también en un especial de Halloween, en este caso de la revista Conozca Más en el lejano año del 2004. No estaba completo, sólo fragmentos, pero contenía las últimas dos estrofas en las que el poema alcanza su cumbre lúgubre.

Con el inglés rudimentario que la educación pública mexicana, la televisión y los videojuegos me proporcionaron, por primera vez en mis 18 años de vida entendí dónde estaba “el terror” en el poema de aquella ave de mal agüero.

Tras leerlo en la revista procedí a hacer buen uso del internet y buscar el texto completo, y luego una narración musicalizada (con voz de Willen Dafoe) que me permitió escuchar la sonoridad de los versos.

Y vaya que por fin entendí por qué todos los especiales de Halloween lo usan como referencia.

TRADUCTOR TRAIDOR

Con el paso del tiempo, un mejor dominio de la lengua de Shakespeare, más conocimiento sobre la vida e intenciones de Poe y los análisis de la obra que han realizado gente mucho más inteligente que yo, logré entender a mayor profundidad que el terror del poema es un terror existencialista sobre añorar a las personas que nos han abandonado, al punto de quedar atrapados en la tristeza.

Pero no se necesita entender todo esto para captar la atmosfera lúgubre, sólo requieres leer y escuchar el poema en su idioma original. Ninguna traducción le hace justicia.

No voy a negar que soy un snob al que no le gustan las traducciones. Mi contexto me ha predispuesto a ver con malos ojos el oficio (culpemos a Eugenio Derbez y sus chistes de “la mesa que más aplauda”, por poner un ejemplo). Pero consciente de esto, siempre trato de recordar el valor del trabajo que hacen los traductores y su importancia cultural.

Entiendo que son indispensables. Mi inglés podrá tener un nivel que me permite entender con facilidad algunas cosas, pero mi francés es casi nulo, mi alemán inexistente, y del resto de las lenguas del mundo sería incapaz de distinguir unas de otras.

Parafraseando a alguien que no recuerdo: Todos odiamos las traducciones, pero amamos a Dostoyevski.

Sin embargo jamás he podido entender la necesidad de aplaudir cuando, por ejemplo, los traductores de la película Deadpool deciden cambiar por completo diálogos para hacerlos más “locales”.

Primero porque siendo hijo de la TV mexicana de los años 90, crecí con la gran mayoría de referencias pop a las que hace alusión la película, no necesito que me cambien a “Taylor Swift” por “Amandititita” para entender el chiste, y segundo, porque aunque no fuera capaz de captar la referencia, yo, como la inmensa mayoría de los seres humanos, cargo en el bolsillo una computadora que puede acceder (así sea solamente vía wifi gratuito) a todo el conocimiento humano encerrado en eso que llamamos “el internet”, no hay referencia lo suficientemente oscura como para que un rápido googleo no la ilumine.

Cuando te preguntan si vuelves a ver Batman vs Superman.

QUE ELEGANCIA LA DE FRANCIA

Volviendo al poema del Cuervo, ninguna traducción le hace justicia. Mi francés es demasiado básico, pero la traducción de Charles Baudelaire no suena igual de lúgubre, hay algo en la elección de palabras de Edgar Allan Poe y la forma en acomodarlas que es imposible traducir.

Esto no es de ninguna manera una crítica a Baudelaire. Repito, no presumo saber francés, pero Le Vampire suena mucho mejor en francés que en la mayoría de las traducciones en español o inglés. Escuchar la versión original en francés es tan fácil como sacar mi teléfono, entrar a internet y buscar un video en youtube donde alguien lo esté declamando.

Claro, podemos pensar a qué nivel de privilegio queda aquel que tiene acceso a un celular e internet, privilegio del que no todos gozan, pero me voy a aventurar y decir que la gran mayoría de los que están leyendo esto tienen dicho privilegio.

Incluso a veces podemos encontrar una versión narrada por el propio autor (si el poema es lo suficientemente moderno para haber sido escrito en la era de la grabación sonora), lo que nos permite escuchar cómo el poeta pretendía que se entonara, y así no sólo escuchamos la obra en el idioma original, la escuchamos en la versión particular de la lengua en la que fue creada.

Ese es el caso de los poemas de Jorge Luis Borges, que llaman a ser entonados en ese acento argentino. ¿Se puede no hacer todo esto? Claro. Podemos quedarnos con la letra en la página, con la traducción hecha por alguien seguramente muy preparado y cuyo trabajo se debe respetar y dignificar. Pero ante la encrucijada de “saber más” o “no saber”, siempre me he declinado por saber más.

Podemos recitar “Instantes” o el poema de los dones con nuestros marcados acentos yucatecos o regiomontanos. Pero si existe la opción que nos permite escuchar la musicalidad dada por el acento argentino… ¿Por qué habríamos de ignorarla?

Oh, lalá, señor francés.

LA IMPORTANCIA DE LA TRADUCCIÓN

Las traducciones, creo, deben ser una puerta para aprender mucho más, no una mera copia mecánica de un idioma a otro. Deben ser como las ilustraciones, que pretenden añadir, no reemplazar el texto original. No meras reproducciones técnicas como aquellas que los maestros impresores hacían de los grabados de algún otro artista, generalmente más famoso.

En la era digital, ¿el oficio del traductor es cosa del pasado?, no, claro que no, todo lo contrario, hoy más que nunca el traductor es indispensable. Hoy que el mundo se empieza a conectar a través de los individuos y no de las transnacionales o los gobiernos, los traductores son más necesarios que nunca. Aquellos que sirven de puentes entre culturas de lengua distinta.

Pero la época de la traducción como reemplazo del original sólo porque no había una forma sencilla de llegar a ella es cosa del pasado. Hoy no necesitamos tanto el poema de “The Raven” traducido a “El Cuervo”, necesitamos alguien que nos explique qué dice mientras escuchamos la versión original, que nos informe de su contexto a quienes no tenemos el conocimiento de la lengua.

Porque al final hay muchas más lenguas que tiempo para aprenderlas. Incluso los míticos poliglotas que hablan hasta 8 idiomas diferentes no alcanzan ni una gota de agua en el océano de nuestro lenguaje humano, así que siempre necesitaremos traductores.

Pero hay que empezar a pensar en la traducción como los grabados que realizó Alberto Durero sobre The Raven de Edgar Allan Poe, una pieza que acompaña el original, que nos ayuda a iluminarla mejor.

Bonjouurrrrrr… pedazos de zoquetes.