Rápido y sin googlear, ¿Cuál es la primera señal de que ya inició la temporada navideña?
¿La nieve? Aquí no nieva…
¿Los adornos? Aquí los ponen desde septiembre…
No, la primera señal de que la Navidad ya llegó a la ciudad, cual marmota viendo su sombra, es cuando vemos los primeros elementos de la publicidad navideña de Coca-Cola.
Oh sí, bienvenidos al capitalismo tardío, donde le rendimos honor a nuestros dioses seculares.
LLEGA LA ALEGRÍA, LLEGA LA ALEGRÍA
En la Península Yucateca (zona compuesta por 3 estados: Quintana Roo, Campeche y, duh, Yucatán), una de las tradiciones de esta temporada es el encendido del Árbol en la Villa Navideña, algo que se hace en conjunto entre las autoridades locales y… la empresa embotelladora local de la marca Coca-Cola.
No importa qué tan chairo anti-capitalista seas, ni qué tan Grinch te sientas, es imposible escaparse de la Navidad Coca-Cola, la empresa de aguas puercas llega a más gente que los Derechos Humanos o los servicios médicos. Coca-Cola se robó la navidad tan sutilmente que nadie se dio cuenta.
LA CHISPA DE LA VIDA
Los anuncios navideños de Coca-Cola datan de los años 20…
(¿Cómo? ¿Que en un mes ya vamos a estar en “los años 20”? Madres, pero si apenas hace unos años era un puberto celebrando el año 2000, ¡oh Dios! ¿Dónde quedó mi juventud?)
Como les decía, Coca-Cola viene haciendo promocionales navideños desde hace UN SIGLO. Su osito polar debutó en un póster en París en 1922, y en 1933 hizo su primera aparición en un corto animado. Aunque pasaron 60 años antes de que la versión más icónica (acompañado de su familia úrsica) llegara hasta nosotros en la forma de un comercial para televisión creado por Ken Stewart en 1993.
Después de Santa Claus, los ositos polares son la mascota más popular de la empresa, pues dicen los publicistas que las mascotas antropomórficas son las mejores, y en La Covacha podemos dejar constancia que las mascotas humanas no pegan, vieran cuánto dinero perdimos con los juguetes de Covacho-Man.
En los últimos años Coca-Cola se ha visto en un gran dilema, pues los osos polares también son la mascota no-oficial del Apocalipsis ecológico que estamos viviendo, lo que sumado a que Coca-Cola es LA imagen del capitalismo rapaz (con el perdón de Walt Disney Company), hace que el osito polar tome connotaciones que tal vez no sean del agrado de “la marca”, y por más que la empresa quiere lavarse las manos dando dinero a ONGs de conservación de fauna silvestre o de luchas contra el cambio climático, la gente no deja de notar que sus “esfuerzos” son una ínfima fracción de lo que gastan en publicidad.

SIEMPRE
Pero bueno, tampoco es como que Coca-Cola se vaya a quedar sin imagen navideña, después de todo, es suya LA imagen de Santa Claus, que emplean en su publicidad también desde los locos años 20 del siglo pasado.
Los publicistas de Coca-Cola, inspirados (como muchos otros) en la versión del caricaturista estadounidense Thomas Nast (27 de septiembre de 1840-7 de diciembre de 1902), en sus anuncios originales mostraban a Santa Claus siempre rodeado de niños o en escenas que evocaban esa familiaridad, calor del hogar y el juguete de moda, porque la intención de la empresa era muy clara, mezclar en la mente de sus consumidores la idea de que su producto y “hogareño”, “festivo” e “inocente” eran uno y lo mismo.
Para 1930, Coca-Cola comisionó una pintura a Frederic K. Mizen, en la que el artista mezcló el estilo realista-americano de Rockwell con A Christmas Carol, la novela de Charles Dickens (otro ícono de la Navidad estadounidense).
Mizen presentó una imagen neoyorkina de la Navidad, lo que terminó por acentuar lo que la empresa quería proyectar con su publicidad festiva. Así, en 1933 contrataron a Archie Lee y la empresa publicitaria D`Arcy para que se encargaran anualmente de la publicidad decembrina. Estos a su vez comisionaron al artista e ilustrador Haddon Sunblom, las primeras imágenes del Santa Claus de la Coca-Cola Company.
Haddon fue el principal ilustrador de la empresa hasta 1964, sin embargo su Santa Claus llegó hasta nuestros días de la mano de otros artistas y en otros formatos, siempre manteniendo la imagen básica que crearon hace casi un siglo.
Así, con una imagen navideña y un Santa Claus firmemente establecidos, ¿Cuál fue su siguiente paso?, Pues justamente hacer lo que hacen las empresas transnacionales todas las noches, Pinky: ¡TRATAR DE CONQUISTAR EL MUNDO!

DESTAPA LA FELICIDAD
En 1995, la agencia W.B. Donner junto con Industrial Light and Magic, crean una serie publicitaria con anuncios televisivos como eje central llamada la Caravana Coca-Cola.
Videos e imágenes de tres tráilers de 18 ruedas vestidos con decoraciones navideñas. Los vehículos eran mock-ups, pero la publicidad logró tanto su cometido que el público creyó que en efecto existía una Caravana Coca-Cola.
Al año siguiente la empresa decidió iniciar la tradición de cambiar el etiquetado y empaquetado de sus productos por embalaje con motivos navideños usando la idea de llevar un regalo a casa, donde el regalo era una Coca-Cola.
Para 1998 este combo publicitario ya estaba presente alrededor de todo el mundo, y para 2001 la Caravana Coca-Cola se hizo real, con tráilers tuneados recorriendo diversas localidades en 5 continentes, cada año agregando nuevas sedes.
En el 2017, la empresa empezó a trabajar con ONGs para llevar ayuda humanitaria, por lo que podemos decir que la Caravana Coca Cola llega a más lugares que la clase política.
Este año la Caravana Coca-Cola visitará 10 ciudades de la Republica de los Romeritos: Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; Colima, Colima; Guadalajara, Jalisco; Tepic, Nayarit; Tijuana y Mexicali, Baja California; Chihuahua, Chihuahua; Monterrey, Nuevo León, e Iztapalapa, Ciudad de México.
Por su lado, no sé qué tanto las Villas Coca-Cola sean parte de una estrategia de la empresa y qué tanto son de los gobiernos locales y las embotelladoras aprovechan “la marca”. En la Península Yucateca los eventos son gubernamentales, a veces altamente partidistas, pero siempre se puede ver a Bepensa (la embotelladora) con las manos metidas.
En general, The Coca-Cola Company no hace tanta publicidad a estos eventos más allá de prestar la marca, o alguna compañía que dice ser subsidiaria, por ejemplo “International Coca-Cola Christmas Show” es una agrupación de entretenimiento que ameniza los eventos.
Sin embargo, tampoco los niegan, como se puede ver en el artículo sobre el Concierto Navideño Anual de Nueva Zelanda, un evento que se hace en colaboración entre el Ministerio de Cultura Kiwi y la embotelladora neozelandesa, que se ha convertido en el evento gratuito más importante de los Hobbits y los All-Blacks, realizándose por 25 años consecutivos.

DISFRUTA
Así es como de Yucatán a Nueva Zelandia, la Navidad y Coca-Cola están íntimamente relacionadas, pero no todo es pan con hojuelas para la empresa, no siempre le salen bien las cosas… como en el caso de Sprite Boy.
De 1944 a 1949, Sprite Boy fue la mascota de la empresa. Se trataba de un niño con disfraz de mesero de fuente de sodas, cara de duende y cuya función era intentar cambiar la connotación de la palabra Coke que la gente usaba para referirse al refresco y que aludía a sus inicios como bebida medicinal subproducto de la misma planta que la cocaína… lo cual tuvo un éxito moderado… maybe.
La mascota, creada por la agencia D´Arcy e ilustrado por el propio Haddon Sundbloom, aparecía en revistas, anuncios y pósters, pero no tuvo el mismo éxito que otras campañas y mascotas de la empresa, por lo que lo empezaron a retirar a partir de 1949, y para 1958 ya había desaparecido por completo, existiendo sólo como un preciado trofeo entre los coleccionistas de parafernalia de Coca-Cola. (No juzguen, de todo hay en este Súper Mercado del Señor).
Por si tenían duda, Sprite Boy no tiene NADA que ver con el refresco del mismo nombre que produce la empresa. La bebida lima-limón apareció años después de que Sprite Boy saliera de circulación.
Así que no importa que tan Scrooge seas, ni que tan ateito que sólo celebra a Isaac Newton te creas, vas a celebrar Navidad te guste o no, Coca-Cola gasta millones de dólares cada año para garantizarlo, así que ¡jo-jo-jo, madafoca!
Y, no sé ustedes, pera a mí ya me dieron ganas de una Coquita bien muerta… ahí nos vidrios.

Artículo publicado originalmente el 6 de diciembre de 2019.