Cada vuelta al Sol “algo” en nuestra cultura cumple 10, 20, 30, 50, ¡100 años! “Algo” celebra uno de esos aniversarios cuyo número nos parece relevante.
Con una mass media que tiene poco más de 200 años (depende de cómo la definamos) no es de extrañar que algunos de nuestros productos culturales estén alcanzando una vida más larga que algunas naciones. Por ejemplo, estamos a menos de una década para que Mickey Mouse cumpla un siglo de existir.
En ese sentido este 2019 no es diferente, pues muchas cosas que amamos o que creemos importantes dentro de nuestra cultura están a punto de celebrar un aniversario importante. es Es un año como cualquier otro, excepto que se cumplen 20 años del “fin del milenio”.
Aquí es donde mi mentecita de Ateo Libre Pensador siente la necesidad de hacer un disclaimer y señalar que estoy consciente que todo lo que voy a decir a continuación puede ser producto en su totalidad de los lentes rosas de la nostalgia.
Después de todo, para mí 1999 fue muy importante. Ese año entré a secundaria y con ello dejé atrás la niñez para embarcarme en esa horrorosa etapa llamada pubertad.
Pero no fui el único que, como cantara Woody en Toy Story, estaba pasando por “cambios extraños”. El mundo entero se disponía a acabar la década de los 90, terminar el siglo XX, pero, sobre todo, celebrar el fin del Milenio.
Bueno, no todo el mundo, los chinos y los judíos llevan calendarios mucho más viejos que el nuestro… pero ustedes entienden.
¡OIGAN TODOS! UN ANCIANO ESTÁ HABLANDO!
Hace 20 años todos estábamos locos por el fin del milenio. Obsesionados de una forma que hoy sería imposible porque el internet divide demasiado nuestra atención.
En eshos tiemposh teníamos desde conspiranoias magufas milenarias que nos decían que algo místico-mágico iba a ocurrir (estaban por llegar los aliens, Cristo iba a volver, la Era de Acuario nosequé), hasta idioteces pseudo científicas como el virus Y2k.
El final de los 90 estuvo obsesionado con temas de ocultismo, desde los Expedientes Secretos X hasta el boom de las series sci-fi de bajo presupuesto.
Pero el ’99 fue diferente. En el último año de la década, el siglo y el milenio, el zeigeist cambió ligeramente… aún cargábamos el nihilismo noventero y ese sentimiento apocalíptico de “el final”, pero comenzaba a nacer una actitud más, llamémoslo “agresiva”, contra la actitud previa de los 90.
De repente ya no estábamos tan deprimidos. Estábamos a punto de dar un gran salto cultural. Y esto es muy fácil de observar viendo todo lo que nos dejó ese año en materia de cultura pop.
En el cine tuvimos Sexto sentido, American beauty, Fight club y sobre todo The Matrix. Películas muy diferentes entre sí pero que todas tienen un hilo en común, un cierto enojo o incomodidad con el status quo, especialmente las últimas dos. El mundo está mal, y se vale todo con tal de confrontarlo.

En la música fue el año en que el Nu Metal tomó al mundo por sorpresa, haciendo contrapeso a las sacarinas boy bands con todo el enojo que un adolescente privilegiado tratando de imitar a los negros de la inner city podía cargar.
También fue el año en que Britney Spears se convirtió en la última gran figura femenina del Pop, en una actitud de paso de antorcha entre los grandes íconos de la Era del Video (Madona y Michael Jackson) a una nueva generación.
En la televisión, Buffy la Cazavampiros, una serie que es mucho más importante de lo que quieren admitir “los fans” (esa bola de incels que quiere hacer de gatekeepers de la cultura nerd), llegó a su tercera temporada, y con ella Joss Whedon hizo algo que aterra a todo creador de una producción Teen… dejó que su protagonista se graduáse de la prepa y la llevó a la universidad mientras que el spin off, Angel, llevó las aventuras adolescentes a la dark and gritty ciudad de Los Ángeles.
En los cómics encontramos la actitud más extrema de la mano del niño británico maleducado favorito de todos. Warren Ellis lanzó su The Authority, junto a Bryan Hitch, y su Planetary, con John Cassaday. Dos obras que hablan del futuro y el pasado desde esa actitud milenaria.

EL ESPÍRITU DEL SIGLO XX
Visto todo lo “importante” que cumple 20 años este 2019, no puedo evitar encontrar un hilo conductor, un zeigeist que nos decía que el mundo tenía que ser cambiado a como dé lugar… Ellis incluso logró ponerlo en los slogans de sus historias: “El mundo es un lugar extraño, mantengámoslo así”, y “Hagamos de este mundo un lugar que valga la pena ser salvado”.
Nuestros héroes eran terroristas (tanto Neo como Tyler Durden lo son, aunque el paso del tiempo ha suavizado o criticado las interpretaciones de ambos), o gente que abraza el lado más absurdo de la vida y se niega a aceptar la normalidad (los protagonistas de American Beauty y Sexto Sentido).
Y no es sólo una percepción, en la geopolítica mundial ocurrieron cambios trascendentales que se convirtieron en un status quo que sigue vigente en muchos casos: Hugo Chavez se convirtió en presidente de Venezuela, Vladimir Putin fue nombrado Primer Ministro de Rusia por el propio Boris Yeltzin, quien renunció a la presidencia de la Federación Rusa literalmente al final de ese mismo año, el 31 de diciembre.
En 1999 estaba por terminar el segundo mandato de Bill Clinton en la presidencia de Estados Unidos, y año inició la carrera presidencial encabezada por John McCain y George Bush, este último se declaró candidato en junio.
En México, tras dos años de haberse propuesto como candidato, Vicente Fox entró de manera formal a la contienda abanderado por la Alianza por el Cambio, y por primera vez en 30 años hizo temblar al partido hegemónico. En Europa, el experimento del Euro aterrizó de forma exitosa, y en Asia Japón concluyó su “década perdida”.
Por primera vez desde la caída del muro de Berlin parecía que el mundo se despabilaba un poco y empezaba a ver el futuro como una oportunidad, fuera desde la edulcorada actitud positiva de Britney Spears o desde el enojo de quienes deseaban un cambio, aunque fuera de las manos de terroristas.
1999 fue el inicio de una pequeña época en la que la idea de que las cosas podían cambiar, o DEBÍAN cambiar, era el Zeigeist. Una pequeña época que duró como tres años. Un pequeño momento del tiempo en el que, como Leónidas en la película 300, el mundo se permitió soñar que podía lograrlo. Una pequeña época que llegó hasta la mañana del 11 de septiembre del 2001.
Es eso, o tal vez todo es pura chaqueta mental sin ningún valor. Pero ¡hey!, ¿de qué nos sirve la nostalgia si no es para, por lo menos, este tipo de onanismo intelectualoide?

ES LA NOSTALGIA DE FIN DE SIGLO
Este 2019 se cumplen 20 años del fin de milenio, y muchas de las promesas del futuro que nos hicieron jamás se cumplieron. Pero sus advertencias sí. Quizá fue una mentira la idea de que “la historia” había llegado a su fin y que habíamos logrado el modelo definitivo de civilización, pero el cambio climático es más real de lo que queremos aceptar.
Los milenials más jóvenes se están alejando cada vez más de la adolescencia, y el grueso de esta generación de la juventud. Estamos a punto de festejar un centenario de los “locos años 20” con un resurgimiento del nazismo y todo… Y lo más interesante es que siento una especie de sincronía entre el zeigeist de esa pequeña época entre el 99 y el 2001 con el zeigeist actual.
Entre tanto movimiento que está exigiendo un cambio, con esa insatisfacción con respecto al status quo al punto de pensar que tal vez destruirlo todo e iniciar de nuevo podría ser la única solución, para terror de gente como Steven Pinker.
En fin… (¿de milenio? Ok, perdón por el chiste malo) ¡Feliz año nuevo, queridos lectores!
Sí, en pleno febrero. =P
