¡Viva Gimme tha power, el poder para darles en la madre!

Dame, dame, dame todo el power, para que te demos en la madre…

Gimme tha power es un grito de batalla, por lo menos para los millenials y los niños de los 90. Hay quienes, como Olallo Rubio, señalan el video de la canción como uno de los momentos “transgresores” en la vida socio-político-cultural del país, o por lo menos como un antes y un después en la cultura pop mexicana. Yo no iría tan lejos, pero nadie puede negar que cuando se escucha el “uuuu uuuuu” el cuerpo se prepara para cantar a viva voz “dame el poder”.

¡FUCK YOU, PUTO BABOSO!

Para quienes vivan bajo una piedra, Gimme tha power es el primer sencillo del álbum ¿Dónde jugarán las niñas?, disco debut de la banda mexicana Molotv, estrenado en el lejano año de 1997.

¿Qué millenial puede escuchar la rola y no sentir fluir la rebeldía por sus venas?

El locutor de radio convertido en cineasta Olallo Rubio incluso realizó un documental sobre la band (titulado Gimme the power) donde habla del impacto de Molotov en la cultura mexicana mientras hace un recuento de la historia política reciente de nuestra nación y lo mezcla con entrevistas con la banda.

Pero… ¿Gimme da power es realmente una canción/video transgresor y de protesta social?

Veamos el video nuevamente.

YO YA NO SOY UN PENDEJO

El video es bastante sencillo, un tipo (interpretado por Roberto Sosa) que tiene facha de un policía corrupto o burócrata prepotente va manejando por la ciudad desierta hasta que se detiene en un alto, hace la pantomima de estar sufriendo violencia policial para despertar en un lote industrial al que llega un montón de gente, “el pueblo”, a quemarle el carro. El video termina con la gente protestando a puño levantado y pidiendo “el poder”.

La letra es bastante sencilla, es una canción que acosa a quienes tienen el poder y los amenaza con invertir el status quo para “darles en la madre” (a los corruptos). Sencilla, directa, al grano.

El video es mega corny. En muchas (demasiadas) ocasiones reitera visualmente lo que la canción está diciendo. Desde poner en pantalla una palabra que las líricas están recitando, hasta (el que para mí es) el peor de todos, mostrar a un señor con sobrepeso sentándose mientras la canción dice “…que se sienta…”.

Yo creo que la canción es una especie de fluke en la carrera de Molotov, una canción mucho más contestataria de lo que la banda realmente se siente cómoda siendo. Claro, no es la única canción con mensaje social o crítica política… pero es la única que no carga con toneladas y toneladas de humor, auto-parodia y en general actitud tongue-in-cheek.

Todas sus otras canciones políticas cargan una actitud más cómica, mas paródica, si acaso Voto Latino sería la otra “seria”, ¿pero Frijolero? ¿Hit me? Al final Molotov es una banda cómica, su crítica social y política está más en el tono de La Parodia que en el de un himno político.

Entonces, ¿por qué toda una generación está entercada en considerarlos un parte-aguas político? Porque Gimme tha power fue un rayo embotellado. Salió justo en el momento en el que debería salir. Más que por méritos propios, la canción y el video llegaron en el momento preciso, no antes, no después.

Roberto Sosa, o ese actor que es bueno pero no tiene protagónicos porque es feo.

DALE GRACIAS AL REGENTE

El México de 1997 era muy diferente al de hoy. El PRI aún era un poder hegemónico y la gente se reía de ti si les decías que el partido eterno podía llegar a perder en las urnas. Pero el ogro filantrópico tenía que empezar a aflojar el puño de hierro.

La mass media se estaba abriendo a cuentagotas, tanto desde los bastiones priistas como Televisa (y su Tele-Hit) hasta sus “competidores” en la forma de canales de cable que se hacían cada vez más presentes en los hogares mexicanos. Ya había otra televisora, donde se permitían parodiar a los personajes políticos en horario estelar, y (con excepción del Presidente) no dejaban títere (o peluches) sin cabeza.

A éste México fue al que llegó Gimme tha Power, un México hambriento por que le permitieran mandar a chingar a su madre “al poder”.

Si bien la canción llegó a la radio pública, los canales de videos no se cortaban en pasarlo, incluso llegó a ganar dos Video Music Awards de MTV en la categoría de votados por el público para Latinoamérica (del norte y del sur). Así fue como muchos pudimos verlo, y la fayuca nos permitía oírlo, incluso en las escuelas primarias con el permiso implícito de algún maestro de educación física alcahuete.

La banda está marcadamente ausente en el video, salvo al inicio en el reflejo de un charco cruzando un paso peatonal (¿referencia a The Bicles?) y al final, junto a la “turba” de gente protestando, lo que hace al video aún más “universal”, menos un producto para publicitar un disco y más una creación con discurso social.

La letra era lo suficientemente ambigua para no ser problemática, una crítica al poder en lo “abstracto” que no menciona a nadie en específico… y que vista desde el 2019 entristece por lo contemporánea que sigue siendo. Incluso con la (ya por fin) llegada de la “izquierda” al poder, uno no puede escuchar Gimme tha power sin seguir sintiendo que su coro es digno de cantar a viva voz.

Porque si bien no creo que la canción sea un “himno de protesta”, en estos días de This is America y demás canciones protestando la era Trump desde los consorcios millonarios que son parte de la maquinaria que le da su poder a los Trumps del mundo, no podemos negar que Gimme tha power es, para nosotros los millenials, una canción para protestar.

Me pregunto, en estos días de viejos lesbianos rasgándose las vestiduras por “la división” ¿que sentirán si sus hijos empiezan a cantar una canción que dice “danos el poder para darte en la madre”?

Viendo el mundo arder.